miércoles, 13 de abril de 2011

Más Allá del Imperio: Meda (II)

Seguimos con la serie de entradas sobre Meda (aquí la primera), hoy es el turno de la Meseta Negra:

Una vez ha descendido desde las montañas, tras atravesar el Paso del Silencio, lo primero en lo que repara un viajero es que lo que desde arriba parecía una superficie más o menos uniforme, desde el suelo es un terreno prácticamente infranqueable. Las piedras de obsidiana surgen de la propia tierra, hasta una altura tres veces la de un Mushkenu, retorciéndose y quebrándose. Es raro encontrar una plataforma que se extienda uniformemente más allá de unos pocos pasos, y para poder avanzar cualquier distancia es necesario estar continuamente trepando y descendiendo por rocas tan afiladas que podrían cortar la piel.

Su nombre es la Meseta Negra. Es, en otras palabras, un auténtico bosque de piedra negra y pulida.


Afortunadamente, existen unos caminos que recorren la meseta, toscamente excavados, pero que permiten avanzar a un ritmo aceptable en un territorio tan hostil. Qué voluntades habrán abierto estas sendas es un misterio, pero lo más probable es que fueran los propios Middu. Aunque hay quién ve en ellas los ya secos canales de un antiguo y complejo sistema de irrigación.

Con todo, y a pesar de la conveniencia que estas rutas ofrecen, deben ser recorridas con cuidado. En primer lugar, su trazado es complejo y, en ocasiones, incluso laberíntico. Además, la ausencia de puntos de referencia salvo el cielo, las casi imperceptibles curvas, y la multitud de bifurcaciones, convierten a las sendas en una compleja red en la que incluso el más avezado explorador podría perderse.

Y, aún en el caso de poseer uno de los pocos mapas que detallan esta complicada maraña, la mera supervivencia en su interior es un reto considerable. Cualquiera que esté dispuesto a realizar el largo viaje necesario para alcanzar la ciudad de los Middu deberá estar bien aprovisionado tanto de agua como de alimento. La una porque la única fuente de la misma es la infrecuente y débil lluvia, y el otro porque encontrar algo que llevarse a la boca es una tarea casi imposible.

Es cierto que en la base de las afiladas rocas se extiende, cada año que pasa con más fuerza, un suave manto de líquenes, en el que además se acumula cierta cantidad del líquido elemento. Pero bajo ningún concepto, incluso el azote de un hambre insaciable o una sed implacable, deben consumirse la vegetación y la escasa agua que ésta contiene. La ingesta de los mismos induce a la locura, siendo tan sólo los hombres serpiente y las criaturas que rondan la Meseta Negra inmunes a sus efectos.

Criaturas que son un factor muy a tener en cuenta por el viajero astuto. Casi invisibles en medio del bosque de obsidiana, parecen hechas de este mismo material, y se mantienen prácticamente inmóviles durante horas o incluso días. Intentar distinguirlas usando la vista es fútil, y sólo mediante el oído puede sentirse su presencia, ya que emiten un zumbido muy grave, casi inaudible, para comunicarse entre sí.

Sedientas de sangre, buscan con ansia seres de carne a los que devorar, hartas de su dieta habitual. Se ven atraídos hacia el latir de los corazones y se reúnen poco a poco, hasta haber formado una fuerza imparable que sus víctimas no puedan derrotar. Las hay de todos los tamaños, y suelen atacar intentando pillar a sus víctimas desprevenidas, durmiendo o descansando.

Son especialmente abundantes bajo tierra, en las cavernas y pasadizos a los que se puede acceder a través de estrechas aberturas en la roca. No es una buena idea internarse en estos oscuros túneles, pero a veces es imprescindible para sobrevivir, pues unos pocos contienen pozos de agua potable, un tesoro de valor incalculable en la Meseta Negra.

Algunos creen que no son más que fragmentos de piedra animados por una siniestra inteligencia, quizá la de la propia Meseta Negra. Por suerte, se sabe que existen varias formas de evitar a estos seres. Probablemente la más sencilla sea utilizar una de las Flautas Silenciosas de los Middu, que los propios hombres serpiente emplean para cruzar sin peligros esta extensión de tierra. Son instrumentos esculpidos a partir de piedra basáltica, que no parecen emitir ningún sonido al ser soplados. Algunos han caído en manos de comerciantes de Assur, ya sea como regalo de los Middu o porque su anterior portador se viera forzado a “desprenderse” de ellas. Alcanzan precios astronómicos entre aquellos que conocen su verdadera utilidad.


Aunque otra forma más mundana de evitar a las criaturas es simplemente refugiarse en la zona segura más próxima. Lo que desde las montañas parecían manchas de colores son en realidad superficies libres de la piedra negra, en las que la tierra misma parece retorcerse: agujeros de los que surge un cegador fuego blanco, burbujeantes piscinas de ardiente barro, o lagos de amarillento azufre moteados por pequeñas islas de arena grisácea. De algunas incluso surgen columnas de asfixiante humo o chorros de ácido y agua hirviendo.

Todas ellas pueden parecer un lugar poco aconsejable en el que acampar, y lo son, pero aún así resultan preferibles a la alternativa; ser atacados durante la noche por una horda de rocas vivientes. Además, en algunas incluso se puede encontrar algo de vegetación más tradicional, en forma de hongos o una tímida hierba.

La Meseta Negra es una trampa mortal. Pero también un lugar de una belleza natural casi indescriptible.

9 comentarios:

Luis Miguez dijo...

Espeluznante.
Y a ver qué nos cuentas sobre tus valusianos particulares, que nos tienes en ascuas...

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Qué sería del género sin los hombres serpiente, ¿eh?

Ramón Domingo dijo...

Solido como siempre, pero creo que te has pasado con el tema del agua. Si realmente no hay NADA de agua en la meseta de obsidiana, ¿cuanta agua hay que llevar encima para pasarla?. Calcula que un hombre caminando necesita unos 4 litros de agua dia, eso son 4 kilos. Si se tarda en llegar a la ciudad de los middu diez dias (por poner un ejemplo), esos son 40 litros por persona, mas los que lleven los animales que los lleven. Como la gente no utilice magia o destiltrajes...

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Mmm, en la zona sí que llueve. No abundantemente, pero llover llueve. Y siempre está el rocío. En ese aspecto no debería ser más complicado que cruzar una distancia similar en el desierto, que tampoco es moco de pavo.

Tras releerlo supongo que la descripción también da a entender que no llueve, así que probablemente deba modificarla.

Por otra parte los Middu parecen no necesitar agua...

Ramón Domingo dijo...

En la obsidiana se podria depositar el agua y conservarse, sobre todo en oquedades. En el desierto se siguen rutas que se forman en base a los pozos de agua. Si seguimos con el simil en la meseta de obsidiana las aguadas estarian cada cuatro o cinco dias, supongo. Pero bueno, siempre podemos seguir con lo de la magia, y quizas los Middu se forren vendiendo determinados objetos, pociones, etc que reduzcan la necesidad de agua...

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Creo que tienes razón. Es lo bueno de un blog, que la gente como tú me enseña las cosas que están mal. Voy a meditar un poco sobre el tema (mientras vuelvo a casa del curro) y cambiar un poco la descripción.

Lo del agua que se acumula me gusta, aunque yo no bebería el agua que se deposita dónde los líquenes venenosos. Pero si es así hay que aclararlo en el texto.

Gracias por tus consejos de sabio explorador de regiones ignotas.

Ramón Domingo dijo...

Me ruborizo. Como diria el abuelo Simpson: "no es cierto y tu lo sabes. Pero he visto muchos documentales".

Una idea: podrias hacer que bajo la meseta hubiera tuneles de origen volcanico (es logico tratandose de obsidiana) y alli se depositara el agua. Luego habria que entrar a por ella, enfrentandose a la "pintoresca" fauna del lugar.
Como un dungeon pero la recompensa seria el liquido elemento en vez de objetos magicos y monedas de oro.

Roberto dijo...

Me encanta esta idea. Un desierto de roca pura, como una piedra gigante insertada en el suelo ... Genial.

Me gusta tanto, de hecho, que no puedo prometer no usarla como inspiración en algún momento :-)

Rodrigo Garcia Carmona dijo...

Me gusta tanto lo del agua subterránea que lo voy a añadir a la descripción.

Y Roberto, me parecerá genial que lo uses como inspiración. No te olvides de contarme qué tal fue o qué dio como resultado si lo haces. ;)

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